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"¡Qué bello es Vivir!"

(Frank Capra, 1946)

 

BREVE COMENTARIO

 

   Esta es una dulce historia acerca de un hombre (George Bailey) que a pesar de ser bondadoso no era feliz, ya que siempre, por una u otra razón, debía acallar su propio deseo por el bien de alguien.

 

   Su narración incluye varias lecciones importantes para el estudiante de la vida. La primera es acerca de la naturaleza del deseo. Durante toda su vida, George tomaba decisiones correc­tas, pero sin embargo su obsesión por lo que no había logrado (salir del pue­blo y viajar) le impedía disfrutar y ser feliz por lo logros y por el bien que transmitía.

 

   Por supuesto, otra lección intere­sante es la que demuestra que nuestra vida no es nunca independiente de la de los demás, sino que son interdepen­dientes. Ello supone que nuestra ac­tua­ción no sólo incluye respon­sa­bilidad con respecto a nosotros mismos sino también con respecto a nuestro entorno. En la película queda reflejado cómo habría sido todo sin su influen­cia y aunque en este caso era muy abarcante (llega a cambiar incluso el nombre el pueblo), sí que puede uno trasladarlo a cualquier persona y com­pro­bar así que verdaderamente cada uno tiene su parte (o su misión) en el Gran Plan Divino y que por tanto es irrepetible e insustituible en su propio papel. Si el protagonista se hubiese obsesionado menos con sus propios deseos, se habría dado cuenta del trabajo que Dios intentaba hacer a través de él, y habría sido más dicho­so.

 

   Además, la película está cargada de pequeños ingredientes que hacen que la vida sea más elevada, tales co­mo la amistad entre los habitantes del pueblo; la alusión a un Poder Su­perior que vigila, protege, envía ayuda y man­­tiene el orden en los aconteci­mien­tos; la solidaridad de los habitantes del pueblo cuan­­do se vuelcan en ayudar a George...

 

   Toda la película tiene una atmós­fera como de inocencia, de bondad y de ingenuidad. Hasta el “malo” no parecía tal, sino más bien un viejo cascarrabias que quería llamar la aten­ción.

 

 

  En cuanto a James Steward (quien representa al protagonista), interpretó su papel genialmente, consiguiendo trans­mitir la figura de una persona bon­­da­dosa pero “ignorante”, en el sen­tido de que realmente no compren­día (hasta que el ángel se lo hizo ver) el poder del bien que él mismo regaba y la importancia del mismo; y por ello llegó a sufrir.

 

(Comentado por Fela Galván)