BREVE COMENTARIO
Esta es una dulce historia acerca de un hombre (George Bailey) que a pesar de ser bondadoso no era feliz, ya que siempre, por una u otra razón, debía acallar su propio deseo por el bien de alguien.
Su narración incluye varias lecciones importantes para el estudiante de la vida. La primera es acerca de la naturaleza del deseo. Durante toda su vida, George tomaba decisiones correctas, pero sin embargo su obsesión por lo que no había logrado (salir del pueblo y viajar) le impedía disfrutar y ser feliz por lo logros y por el bien que transmitía.
Por supuesto, otra lección interesante es la que demuestra que nuestra vida no es nunca independiente de la de los demás, sino que son interdependientes. Ello supone que nuestra actuación no sólo incluye responsabilidad con respecto a nosotros mismos sino también con respecto a nuestro entorno. En la película queda reflejado cómo habría sido todo sin su influencia y aunque en este caso era muy abarcante (llega a cambiar incluso el nombre el pueblo), sí que puede uno trasladarlo a cualquier persona y comprobar así que verdaderamente cada uno tiene su parte (o su misión) en el Gran Plan Divino y que por tanto es irrepetible e insustituible en su propio papel. Si el protagonista se hubiese obsesionado menos con sus propios deseos, se habría dado cuenta del trabajo que Dios intentaba hacer a través de él, y habría sido más dichoso.
Además, la película está cargada de pequeños ingredientes que hacen que la vida sea más elevada, tales como la amistad entre los habitantes del pueblo; la alusión a un Poder Superior que vigila, protege, envía ayuda y mantiene el orden en los acontecimientos; la solidaridad de los habitantes del pueblo cuando se vuelcan en ayudar a George...
Toda la película tiene una atmósfera como de inocencia, de bondad y de ingenuidad. Hasta el “malo” no parecía tal, sino más bien un viejo cascarrabias que quería llamar la atención.
En cuanto a James Steward (quien representa al protagonista), interpretó su papel genialmente, consiguiendo transmitir la figura de una persona bondadosa pero “ignorante”, en el sentido de que realmente no comprendía (hasta que el ángel se lo hizo ver) el poder del bien que él mismo regaba y la importancia del mismo; y por ello llegó a sufrir.
(Comentado por Fela Galván)